viernes, 18 de julio de 2014

El Imperio Romano

El Imperio Romano



El Imperio romano fue una etapa de la civilización romana en la Antigüedad clásica, posterior a la República romana y caracterizada por una forma de gobierno autocrática. El nacimiento del Imperio viene precedido por la expansión de su capital, Roma, que extendió su control en torno al mar Mediterráneo. Bajo la etapa imperial los dominios de Roma siguieron aumentando hasta llegar a su máxima extensión durante el reinado de Trajano, momento en que abarcaba desde el océano Atlántico al oeste hasta las orillas del mar Caspio, el mar Rojo y el golfo Pérsico al este, y desde el desierto del Sahara al sur hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con Caledonia al norte.

La historia de Roma abarca 1200 años y se dividió en tres periodos importantes:
  •          El primero fue la Monarquía, entre los años 753 a 509 A.C.
  •          El segundo fue la Republica, entre los años 509 a 29 A.C.
  •          El tercero y último periodo de la historia de Roma fue el Imperio que duro entre los años 29 A.C. a 476 D.C. en este último su imperio se dividió en Occidente y Oriente.

Monarquía de Roma



Antes de la etapa republicana e imperial, Roma fue una monarquía gobernada por reyes. Todos los reyes, excepto Rómulo por haber sido el fundador de la ciudad, fueron elegidos por las gentes de Roma para gobernar de forma vitalicia, y ninguno de ellos usó la fuerza militar para acceder al trono. Aunque no hay referencias sobre la línea hereditaria de los primeros cuatro reyes, a partir del quinto rey, Tarquinio Prisco, la línea de sucesión fluía a través de las mujeres de la realeza. El rey era elegido por sus virtudes y no por su descendencia.

El rey era reconocido por el pueblo como la cabeza de la religión nacional, el jefe ejecutivo religioso y el mediador ante los dioses, por lo cual era reverenciado con temor religioso. Tenía el poder de controlar el calendario romano, dirigir las ceremonias y designar a los cargos religiosos menores. Fue Rómulo quien instituyó el cuerpo de augures, siendo él mismo reconocido como el más destacado entre todos ellos, de la misma forma que Numa Pompilio instituyó los pontífices, atribuyéndosele la creación del dogma religioso de Roma.

La República de Roma


El inicio de la república romana se sitúa en el año 509 a.C., cuando la monarquía de origen etrusco que gobernaba Roma fue derrocada. El paso a la república constituyó el triunfo de una revolución social encabezada por la nobleza romana, los patricios. Este grupo, conformado por hombres ricos, dio forma a un sistema que le permitía controlar el poder político, a través de tres instituciones: las Asambleas o comisión, el senado y las magistraturas.

El Senado funcionaba desde el período monárquico y estaba integrado por los principales jefes de los linajes patricios. Era el órgano que dirigía la política romana, ratificando las decisiones de las asambleas, controlando la actuación de los magistrados y aprobando las leyes propuestas por ellos antes de entrar en vigor.

Organización Social de Roma


La primera estructura social y política de los latinos fue la familia: el padre (páter familias), la esposa (unida al padre de familia por el rito sagrado de la torta), los hijos, las esposas de los hijos, los hijos de los hijos, y las hijas no casadas. De la agrupación de algunas familias del mismo tronco, surgieron las gens, y de un conjunto de familias surgieron las tribus.

La fundación de Roma se atribuye a tres tribus: los Ramnes, los Ticios y los Lúceres. Estos tres grupos fundaron la llamada Roma Quadrata en el Monte Palatino. Otra ciudad fundada por otro u otros grupos en el Quirinal, se unió a la Roma Quadrata, surgiendo así la civitas ‘ciudad’ llamada Roma.

A los patricios corresponde el derecho pleno de ciudadanía: forman el pueblo y son de entre los habitantes los de clase social más elevada. Sus derechos eran: el sufragio, el desempeño de los cargos públicos políticos o religiosos, el derecho a asignación de tierras públicas, los derechos civiles propios de las gens (tutela, sucesión, potestad, etc.), el derecho de contraer matrimonio con otros miembros de las gens, el derecho de patronato, el derecho de contratación (el único que se extendía también a los no patricios libres) y el derecho a hacer testamento (el conjunto de estos derechos constituía el ius qüiritium o ius cívitatis). Como deberes citaremos: el servicio militar, y el deber de contribuir con ciertos impuestos al sostenimiento del Estado.



Organización Política de la Republica

La actividad política en Italia presenta diferentes etapas. En la medida en que los grupos luchaban por obtener una hegemonía, se fue configurando un sistema sociopolítico representativo que pretendía equilibrar el principio de autoridad. Así, después de guerras y dificultades, a mediados del siglo VIII a. de C. Se empezó a desarrollar el siguiente esquema político:

1.- Asamblea (comicios): Reuniones públicas de los grupos dominantes o patricios romanos, posteriormente en ellas se representó al resto de los ciudadanos. Sus principales funciones eran elegir magistrados y tomar decisiones de tipo judicial. Las asambleas llegaron a tener representantes populares tribunos.

2.- El Senado (senex): Era un consejo de ancianos, el cuerpo de consulta constituido por descendientes de la aristocracia. Supervisaba los servicios religiosos, administraba los recursos financieros, inspeccionaba a los magistrados; negociaba los asuntos exteriores; nombraba altos jefes militares y enviaba funcionarios a las colonias.

3.- Los magistrados: constituían un grupo de funcionarios al que pertenecieron los reyes; no solían cobrar por sus puestos y tenían una duración en ellos de uno a cinco años según el nombramiento. Se requería tener una reconocida calidad de ciudadano y tener entre 30 y 45 años de edad.


Crisis de la República


Durante la república, y en paralelo a los conflictos entre patricios y plebeyos, Roma se lanzó en un proceso de expansión territorial que abarcó la península Itálica y toda la costa del mediterráneo.

El sistema político que, es teoría, garantizaba el equilibrio de poderes, y entre los distintos estamentos sociales, resultó ineficiente para administrar la nueva realidad económica y espacial.

La expansión territorial produjo un aumento considerable de la riqueza, pero su raparlo fue desigual.

La aristocracia romana expandió su propiedad rural, creando extensos latifundios trabajados por esclavos. Los pequeños propietarios agrícolas se arruinaron y los soldados que volvían victoriosos de las conquistas territoriales encontraban a sus familias empobrecidas.

Las masas urbanas sufrían hambre y la tensión subía de intensidad, en la medida en que las instituciones republicanas se mostraban incapaces de solucionar los problemas sociales.

El fin del imperio romano


La gloriosa historia del Imperio romano de Occidente llegó a su fin en el año 476, cuando Odoacro, un caudillo bárbaro, destituyó al joven emperador Rómulo Augusto y asumió el gobierno de Italia.


En el 410 las tropas del visigodo Alarico saquearon Roma, causando una conmoción general en todo el Imperio. Pero la ilustre historia del Imperio romano de Occidente vivió su último capítulo en el año 476 en Ravena, ciudad que desde hacía unas décadas era la capital del mismo Imperio. El general bárbaro Odoacro se hizo con el gobierno de Italia, tras destituir y desterrar a Rómulo Augusto, el último emperador, un joven que por su debilidad se ganó enseguida el apodo de «Augústulo», el pequeño Augusto.

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